Carnaval Jurdanu - Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma, NORTEEXTREMADURA.ES
Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma (I)
Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma (I)
@utor: Félix Barroso Gutiérrez.
Este artículo analiza retrospectivamente el Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma en el norte de Extremadura. Examina sus raíces históricas, tradiciones y evolución a lo largo del tiempo, destacando la resistencia de esta festividad ante las restricciones religiosas. Se mencionan personajes icónicos, ritos característicos y su impacto en la identidad cultural de la región.
Guía del contenido
Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma (I)Un Respiro en la Austeridad CuaresmalTercer Mandamiento de la Santa Madre IglesiaDe la Transgresión a la Conservación CulturalCostumbre fue el preparar todo un guisado y convite con los gallos decapitadosEl cinismo y la hipocresía estaban servidosPRIMEROS PASOS DEL ‘CARNAVAL JURDANU’Los Tamborileros: Guardianes de la Memoria Ancestral‘El Ramu de San Bra’‘Estampas Jurdanas’
Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma (I)

Un Respiro en la Austeridad Cuaresmal

Que estamos en la Cuaresma y aún falta un mes corrido para escapar de ella, es algo no tan tangible ni tan fácil de ver como lo fue en nuestras infancias. Aún recuerdo la coraza luctuosa, sórdida y plomiza que ahormaba nuestros pueblos de calles y plazuelas mal empedradas y llenas de charcos cuando llovía. El reaccionario y nacionalcatolicista catecismo del Padre Ripalda exigía, en el ‘Tercer Mandamiento de la Santa Madre Iglesia’, confesar y comulgar por ‘Pascua Florida’. Se formaban largas colas de vecinos para acudir al confesionario. Hombres curtidos por todos los vientos, con su sombrero negro, de paño; o quizás alguna boina.
Tercer Mandamiento de la Santa Madre Iglesia
Mujeres con vestidos recatados y el velo sobre la cabeza. Las penas del infierno caían desde el púlpito sobre aquellos que se escaquearan. El miedo guarda la viña. Antes de venir nosotros al mundo, nos contaron que el párroco extendía un certificado o justificante sobre este cumplimiento pascual.

Luego los cotejaba con el censo de vecinos. No se le escapaba ni uno. La dictadura franquista estaba en su recta final.
Previendo que se echara encima la ceniza, el cilicio, el ayuno, la abstinencia, el cierre de los salones de baile, el cantar por las tabernas…, el pueblo se lanzaba a la calle, se curaba en salud y se sumía en la barahúnda carnavalesca, donde se permitían libertades censuradas el resto del año.
El régimen despótico vistió a España de perenne luto y continuó con las manos manchadas de sangre hasta la muerte del tirano, e incluso en el alborear de la democracia, cuando la hidra fascista aún se resistía a que le guillotinaran la última cabeza que le quedaba en pie de las siete que tuvo en sus mejores tiempos.
Las carnestolendas estaban supuestamente prohibidas durante los años del totalitarismo, pero muchos pueblos, a trasmano de los autoritarios veladores de los ‘Principios del Movimiento’, convertían los Jueves de Compadres y Comadres y los cuatro días de los antruejos en una sonora y desbocada farra, pretendiendo darle la vuelta al calcetín de las mojigaterías, santurronerías y cualquier atisbo de autoridad. La gente, en algunas partes, se apropió incluso del Miércolesde Ceniza, fecha en que comenzaba la Cuaresma, y celebraba, en solidaria y descarada algarabía, el ‘Entierro de la Sardina’.
De la Transgresión a la Conservación Cultural
‘LA PITA CIEGA’
El responsable de trazar estas líneas heterodoxas vino a caer por la sempiterna y legendaria comarca de Las JHurdes, con su valija pedagógica debajo del brazo, un año en que los quintos del pueblo de Caminomorisco celebraban el Miércoles de Ceniza ‘La Pita Ciega’, como remate a las fiestas carnavalescas. Ya había recorrido otra media docena de veces, en mis años de estudiante, mochila y tienda de campaña a las costillas, el territorio jurdanu, que tiraba de mí con su telúrica fuerza.
Me fui granjeando entrañables amistades e inicié toda una serie de publicaciones en diferentes medios, fruto de mis grabaciones fonográficas en la zona. El año que estudiaba COU, antes de entrar en la Universidad, me nombraron corresponsal del diario HOY de Extremadura en la comarca jurdana y en la de Tierras de Granadilla. Iba camino, entonces, de las 17 primaveras.
Nunca había presenciado los rituales de la ‘Pita Ciega’, en los que un quinto con los ojos vendados y al que se le dan varias vueltas para desorientarlo, tiene que atinar el punto exacto donde asoma la cabeza de un gallo, que mantiene el resto del cuerpo enterrado. Rastrea con el garrote y, cuando cree haber dado con la pieza codiciada, intenta segar la piel de la tierra con el fin de decapitar al gallo. Cada quinto aporta un gallo. Acude el pueblo en masa en la tarde de tan señalado día.
Costumbre fue el preparar todo un guisado y convite con los gallos decapitados

Costumbre fue el preparar todo un guisado y convite con los gallos decapitados, a los que asistían los quintos, familiares y otros allegados. Todo un banquete de claras connotaciones genésicas o fertilizadoras, ya que el gallo es todo un emblemático símbolo sexual. En muchos lugares, se combatía la impotencia masculina comiendo los testículos y las crestas de dicho animal. Los quintos solían adornarse sus sombreros con las plumas de los gallos sacrificados, paseándose, orgullosos, en compañía del tamborilero, en los pasacalles y rondas a las mozas.

Aquel año fue el último en que se celebró tan antiquísimo ritual. Fue prohibido radicalmente por la Administración extremeña. Con motivo de ello, el inolvidable Santiago Hernández Fernández, presidente que fue de la ‘Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura’ durante 18 años y que dirigió la Junta Rectoral del Parque Natural de Monfragüe, escribió una polémica crónica en la prensa. Se aireaba la poca vergüenza de una Administración que se cebaba en erradicar ciertas costumbres propias del carnaval rural, hablando de tortura animal, y, por el contrario, defendía que los toros fuesen martirizados y masacrados en los cosos taurinos.
El cinismo y la hipocresía estaban servidos
El cinismo y la hipocresía estaban servidos. Se cargaban viejos rituales, donde no andaba el dinero por medio, y mantenían los sádicos espectáculos taurinos, en los que se movían muchos millones y otros bastardos intereses. Posteriormente, mantuve una conversación con mi buen amigo Jesús Garzón Heydt, naturalista de talla internacional y que fue director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, cargo del que dimitió por ética profesional, volviendo a su activismo en pro de la fauna y la flora de dehesas y otros espacios a proteger, vertebrando parques naturales y volcándose en los temas relacionados con la trashumancia.
Estábamos en la alquería jurdana de La Horcajada y salió el tema de la prohibición de la ‘Pita ciega’ en el concejo de Caminomorisco. Jesús se despachó a gusto: ‘hay políticos que manchan todo cuanto tocan. Arrasan con una costumbre secular, propia de unos ancestrales carnavales, en las que el gallo no sufre más que cuando lo sacrifican los campesinos para la cena de la Nochebuena, y, en cambio, permiten a los señores adinerados organizar monterías donde los animales se desangran, heridos, durante horas, entre el monte. A lo mejor, dentro de nada, ordenan también acabar con las matanzas del cerdo que se celebran en nuestros pueblos. ¡Ay de los politicuchos reconvertidos en ecologistas de salón!’ Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de cuaresma (I)
PRIMEROS PASOS DEL ‘CARNAVAL JURDANU’

Aquellos que hablan de la mar sin haberla visto, suelen ser los que se erigen en pontífices de las olas y las mareas. Preciso es abrirles los ojos y las mentes. Remontándonos a aquellos años en que vacié los enseres educativos de mi maleta en el Hogar-Escolar de Nuñomoral, en el mismo corazón pizarroso de la demarcación jurdana, pude percatarme que dicho pueblo llevaba ya varios años sin celebrar unas antañonas danzas en honor de San Blas, su patrón. Hablé con el director del centro y nos pusimos manos a la obra. Había que rescatar aquellas reliquias etnomusicológicas.
Los Tamborileros: Guardianes de la Memoria Ancestral
No había tamborilero oficial en Nuñomoral y se contrató a Domingo Rubio Crespo, ‘Tíu Mingu’. Subió muchas noches desde la cercana alquería de El Cerezal al Hogar y, aquí, en una dependencia, comenzó a ensayar a los alumnos seleccionados para actuar de danzarines.
También subieron al centro otros vecinos de Nuñomoral, como Tío Pedro Alejandrino Lemus y Tío Facundo Cestero Guillén, que habían desempeñado muchos años los papeles de ‘ramajerus’ (danzantes del santo) y de ‘El Graciosu’ (regla o guía de las danzas).

Sería Luis Guerrero Alonso, tamborilero de Casares de Las JHurdes, y, a su vez, director de la sucursal de la Caja de Extremadura en Nuñomoral, el que conseguiría una subvención de tal entidad para confeccionar las indumentarias de nuestros danzarines. Sirvieron de modelos diversas prendas tradicionales que guardaba una familia del concejo.
Así echó a andar el grupo, bajo el nombre de ‘Estampas Hurdanas’. Luego lo de ‘hurdanas’ se transformó en ‘jurdanas’ y, hoy, camina bajo el epígrafe de ‘La Corrobra Estampas Jurdanas’. Los danzarines irrumpieron, al compás de los sones de ‘Tíu Mingu’, por las calles de Nuñomoral y un emotivo júbilo empapó a todos los vecinos y a los otros muchos llegados desde diversos puntos de la comarca jurdana. Acompañaron la procesión y, luego, entraron en la iglesia ejecutando la danza de ‘El Ramu de San Bra’.
‘El Ramu de San Bra’
Al acabar la misa, en la plaza, durante el ofertorio, con muchísimo público alrededor, se bailó ‘El Ramu’ integralmente; así como las danzas de los ‘Lus Paleus’, ‘Lus Chancus’ y otras. Más tarde, cuando el Hogar pasó a ser mixto, se formó un nuevo grupo, formado por alumnas, por lo que el repertorio de danzas se diversificó y comenzaron las salidas fuera de la comarca, viajando a numerosos puntos geográficos, casi siempre subvencionados por la Junta de Extremadura. El tamborilero de Nuñomoral, Gregorio Martín Domínguez, ‘Tíu Goyu el Farra’, regresó de Alemania y se puso al frente del grupo. En aquel tiempo, un servidor pasó a formar parte del Consejo Asesor de Antropología y Folklore de la Asamblea de Extremadura.
‘Estampas Jurdanas’
No tardando, el grupo ‘Estampas Jurdanas’ abrió su abanico y comenzaron a desembarcar en él numerosos entusiastas de la Cultura Tradicional-Popular de las tierras jurdanas. Especial papel jugaron los tamborileros, que, aparte de su maestría a la hora de manejar el tamboril y la gaita, eran auténticas arcas ambulantes, donde se almacenaban el saber antiguo y el amor al legado de las generaciones de jurdanus que les precedieron. A ellos, como a otros muchos vecinos, les metimos la grabadora casi hasta las amígdalas y fruto de ello es el inmenso archivo fonográfico que poseemos.

Fueron los tamborileros los que nos ayudaron a sacar de las brasas medio apagadas los antiguos ‘entruejus’, de los que todavía chisporroteaba algún rescoldo en determinadas alquerías. Sus relatos sobre personajes legendarios y los singulares ‘rejuijus’ (escenificaciones precarnavalescas y carnavalescas al aire libre) nos sorprendieron y, a su vez, entrevimos su potencial antropológico, etnográfico y etnomusicológico y, sintiéndonos atraídos por sus realismos mágicos, nos pusimos a soplar y reavivar las mortecinas ascuas.
Análisis retrospectivo del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma (I)