Riofrío de Aliste: 50 años de Carochos, Javier Blanco González
«NO HAY FUTURO SIN PASADO»
50 AÑOS DE CAROCHOS
1.972 – 2.022
No habrá, probablemente, dos sonidos que emocionen a una persona natural de Riofrío, más que el canto del Miserere en la noche del Viernes Santo y las cencerras de Los Carochos el primero de enero.
Los que hemos vivido la sensación de salir por esas puertas el «Dié Año Nuevo» calle Fonda abajo es inenarrable.
Cuando se habla de los orígenes de Los Carochos la mayoría de los estudios sobre ellos, terminan expresando los tópicos acostumbrados: «se pierde en la noche de los tiempos», «costumbres ancestrales», «celebraciones paganas, saturnales, hiemales», etc. Son planteamientos, interpretaciones y opiniones más o menos razonables o simples elucubraciones, pero al fin y al cabo hipótesis.
Yo me quedo con la respuesta categórica que dan las gentes del pueblo a los orígenes de nuestra fiesta:
«Se han hecho de siempre»...
Que no es lo mismo que siempre, ya que no se representaron durante algunos años.
Porque no siempre han salido Los Carochos, se sabe que lo hicieron al menos desde principios del siglo XX hasta los comienzos de la Guerra Civil (1934) cuando obviamente se vieron interrumpidos hasta su finalización. En 1940 se retomaron dando continuidad hasta los años 60 que desgraciadamente cayeron en el olvido momentáneo aunque permaneciendo en la memoria de nuestros mayores que se los narraban a sus hijos y nietos, los cuales, comenzaron a convivir con ellos en sus fantasías, con sus nombres y hazañas contadas a modo de cuentos e historias.
Hace ya 50 años, esos hijos y nietos familiarizados con aquellos personajes de leyenda... Diablos, Gitanos, Filandorras, Ciegos y Guapos... decidieron rescatarlos de la memoria de nuestros antepasados para darles vida por las calles embarradas o heladas del pueblo.
Cincuenta años ya, cuando aquella generación de «mozos barbudos y melenudos», algún calvo también había, con pantalones campana y zapatos de tacones altos, probablemente en las reuniones de mozos a toque de cuerno, fueron los culpables del resurgimiento, no de sus cenizas sino del «burrayu» o brasas, ya que nunca se apagaron y por tanto los pioneros de lo que podemos llamar, Los Carochos Modernos. No quiero dar nombres por miedo a olvidarme de alguno, pero todos los recordamos... a ellos, muchas gracias.
Desde entonces esta ilusión por Los Carochos ha ido «envenenando» la sangre de posteriores generaciones que los ha ido representando prácticamente de forma ininterrumpida hasta el día en que están maldita pandemia no los ha dejado «curriquiar» por las calles de Riofrío como manda la tradición, pero sí de forma testimonial como el pasado año.
Aunque ha habido algunos años con sobresaltos porque era muy difícil reunir a once mozos o muchachos para que el «dié primeru de enero» vuelvan a salir, pues solo hay relativa tranquilidad cuando días antes resuenan en las frías noches de Riofrío el «restrallar de las tenazas».
Riofrío de Aliste se queda sin su fiesta grande mañana primero de enero, Los Carochos no animarán como de costumbre y como desde hace medio siglo sus calles, no habrá espectadores, fotógrafos, cámaras, el pueblo volverá a su tranquilidad, demasiada, seguro. Pero ese espíritu de Los Carochos, se sentirá mañana en los corazones de los que viven en el pueblo y de los que estando fuera los tendrán también presentes, porque desde hace ya 50 años llevamos su bendito «veneno» en nuestra sangre.
¡Yuhuuuu!
¡Que d'hoy nun añu!
Javier Blanco González.
Imágenes de aquellos primeros Carochos hace 50 años de Anselmo Rodríguez, uno de los pioneros del renacimiento de Los Carochos. Gracias.